Los años 2018 y 2019, una vez definidos los establecimientos participantes (que abarcaban todo el país, desde Toconao hasta Coyhaique), se pidió a los equipos de estudiantes que recolectaran organismos presentes en su entorno: se trabajó, primero, con el «chanchito de tierra» luego con la tijereta. Se identificaron las especies y se realizó la extracción de ADN. Luego, se programó la visita a cada liceo de un equipo de científicos del proyecto (estudiantes doctorales en su mayoría) para realizar la secuenciación, experimento que tarda dos días en completarse. Las y los estudiantes aprenden sobre genómica, genética, biodiversidad, conservación y evolución al igual que sobre los avances tecnológicos que permiten obtener esta información. Luego, se analizan los resultados y se discute sobre su significado.

En el caso de la experiencia del año 2019, los datos de secuenciación obtenidos por las y los escolares fueron tan robustos y completos, que fue posible efectuar el ensamble de los genomas hasta el momento desconocidos de dos especies de tijereta. Los resultados fueron publicados en una revista científica con revisión por pares y en éste aparecen como autores las y los alumnos escolares que participaron (Kobayashi et al., 2023).

El impacto de estas experiencias sobre estudiantes y profesoras/es ha sido muy significativo. El interés que despierta esta iniciativa se manifestó al constatar la cantidad de liceos que postularon para participar, quedando decenas de establecimientos fuera de nuestras posibilidades. Las y los profesoras/es comentan que se produce un cambio cuali y cuantitativo en el rendimiento de sus estudiantes luego de tener esta experiencia e incluso, hemos conocido casos de estudiantes que, más tarde, han seguido carreras científicas gracias a la oportunidad que tuvieron.

El proyecto 1000 Genomas contempla un importante rol de la ciudadanía y nuestro compromiso con el mundo de la educación científica continuará siendo parte del esfuerzo por hacer una ciencia más transversal y participativa.